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Enfermedad crónicaHepática

Remisión parcial de la cirrosis hepática en fase terminal en una mujer de 79 años.

La cirrosis hepática es una enfermedad crónica irreversible con escasas posibilidades terapéuticas y mal pronóstico, especialmente cuando se asocia a complicaciones como la ascitis, insuficiencia renal y varices esofágicas. Los diuréticos o incluso la paracentesis se emplean en el tratamiento de la ascitis. No obstante, el trasplante hepático es aún considerado el único tratamiento definitivo incluso teniendo en cuenta el elevado riesgo para el paciente. La insuficiencia de macro y micronutrientes es también de elevada prevalencia y una oportunidad terapéutica fundamental para mejorar la evolución del paciente.

Mujer de 79 años afecta de cirrosis hepática criptogenética avanzada en estado terminal, con anemia, varices esofágicas y descompensaciones ascítico edematosas frecuentes que precisan de paracentesis semanal de liquido ascítico. Antecedentes de neoplasia de mama, anemia e insuficiencia renal. En tratamiento con omeprazol, propranolol, rifaximina, ácido ursodesoxicólico, lactitol y furosemida. Ha sufrido varios ingresos en los últimos meses.

El hijo de la paciente la trae a consulta para ver si es posible hacer algo más por ella. Se le indica una alimentación muy restrictiva, sin proteínas animales: lácteos, carnes ni pescados (si con huevos), y baja en carbohidratos, con un miniayuno nocturno diario de 14 horas. Dicha alimentación es posible gracias al aporte de los micronutrientes básicos que incluyen vitaminas activas, minerales, factores vitamínicos, omega 3 y 6 y los aminoácidos esenciales libres. Añadiendo los micronutrientes específicos: N-acetilcisteína, R-lipoico, vitamina C, junto con los fitoquímicos silimarina y silibinina. Se añade a los fármacos espironolactona y, si la paciente responde favorablemente, se le pauta una desprescripción lenta de fármacos. En la primera visita de control a los 15 días ha mejorado el estado general físico y psíquico de la paciente, y pueden ir distanciándose las paracentesis.

En la segunda visita control a los 2 meses, la paciente ya no precisa paracentesis, aunque sigue muy limitada para las actividades habituales. La creatinina, la urea y las transaminasas son normales. En las siguientes visitas cada 3 o 4 meses la paciente va mejorando su calidad de vida, incluso puede llegar a salir sola a la calle y realizar labores domésticas. Los familiares consideran que su actividad diaria es casi normal. Solo acude al hospital para sus controles cada 6 meses y la terapia farmacológica se ha ido reduciendo manteniéndose con dosis muy bajas de furosemida, espironolactona y propranolol, y con 20 mg de omeprazol. Pasan los años y vamos viendo a la paciente en nuestro centro médico CMC.